Desde 2013 a 2016 Claudi Martínez se ha planteado unos retos artísticos que, poco a poco, han ido evolucionando hasta llegar a definir una producción coherente y controlada emocionalmente, de sentimientos y experiencias analizadas.

Las obras de este período no salen per casualidad. Son producidas por una emoción que se manifiesta dándole forma plástica y directa. Él dice: mi pintura va de pintura. Sí, va de pintura en términos puramente descriptivos, pero le añade, aunque no lo parezca, una carga importante de contenido.

Siempre queremos entender de una manera directa y fácil lo que vemos, quizás, porque no estamos suficientemente acostumbrados a reflexionar delante de planteamientos artísticos complejos. Por complejidad no me refiero a difícil, sino, a referentes que nos emocionan y dan pautas para recordar momentos vividos o situaciones tal vez aparcadas en nuestro inconsciente.

Recibimos de las obras un color intenso, impactante y muy trabajado, unos toques puntuales de gestualidad en forma de manchas o de trazo, un lenguaje de impulso que puede parecer muy simple pero que lleva equilibrio, estética e intención.

Se debe hacer una lectura libre y personal de cada obra, a cada uno de nosotros nos comunicará de manera diferente, de eso se trata, de llegar a emocionar acariciando el sentimiento.

Disfruten de las obras de este artista amante de la vida, que invitan a participar de su vitalidad y alegría de vivir.

Imma Gómez

Miembro de la Asociación Catalana de Críticos de Arte
Ex-directora de la Colección Thyssen-Bornemisza de Barcelona